El bien y el mal en los animales


El hombre tiene en su interior una especie de depósito de gran tamaño, el subconsciente colectivo, en el que están encerradas todas las experiencias de la Humanidad, desde los hombres primitivos hasta nosotros. El arte de la magia permite que el operador penetre dentro de sí mismo, primero en su subconsciente, después en el colectivo, para seguir informaciones y fuerzas presentes desde el principio de la Humanidad. Podríamos decir que el subconsciente colectivo es como una inmensa biblioteca que cada uno lleva en su interior, en la que cada volumen representa la historia, la vida, los pensamientos de los demás hombres, tanto los presentes como los pasados. Por tanto, cada uno posee a todos los demás.

Descubrir el acceso a este inmenso conocimiento quiere decir ser mago, Quien lo es no necesita rituales ni simulacros, pues todo está dentro de él, y su pensamiento, su palabra, puede destruir o crear. Grandes religiones se basan en el uso de este inmenso depósito de conocimientos, que algunos erróneamente han definido como Dios, pero del que Dios es sólo una parte, aunque importante. Al igual que se habla de inconsciente colectivo para el hombre (Carl G. Jung. 18751961), se puede decir lo mismo de los animales. En este caso, se denomina «mente de raza» o memoria colectiva (Maeterlinck).

El bien y el mal en los animales Hechizos

Según esta teoría (que yo denominaría conocimiento), todos los animales pertenecientes a la misma especie forman parte de un ser colectivo que los comprende. Este ser energético posee las características propias de la «mente de raza», que en la Edad Media era denominada aglomeración. Todas las civilizaciones antiguas, y de un modo especial la egipcia, creían en la mente de raza de los animales, y utilizaban en su propio provecho este conocimiento. Actualmente también la ciencia ha admitido la vida de grupo. El rebaño de animales es visto como una única entidad, en la que cada uno tiene una determinada tarea a realizar, con el fin de que toda la comunidad pueda sobrevivir.

En el fondo, es esto lo que sucede en nuestro organismo. Cada célula tiene una especialización bien precisa, una tarea determinada, y la unión de todas crea nuestras partes física y psíquica.
La máxima expresión de este psiquismo múltiple la tenemos en los insectos. La abeja o la hormiga no son más que, una célula del ser completo, denominado colmena u hormiguero. Un termitero recuerda en su comportamiento organizativo a un cuerpo animal de especie superior. En él existen individuos con atributos morfológicamente distintos entre sí, como ocurre con las células de nuestro cuerpo.

Un termitero está formado por millones de individuos divididos en castas: obreras y soldados, fértiles y estériles. Cada casta tiene un papel preciso a desarrollar, que acepta desde el nacimiento, siendo dirigida morfológicamente. Cada casta es como un órgano o una función de un único cuerpo, que es el termitero, y cada individuo es como una célula, que realiza su tarea de un modo perfecto. De esta manera queda asegurada la vida, tanto de la unidad como del complejo. Del mismo modo, todos los perros, los caballos, etc., del mundo no son más que un ser único, y las distintas razas se convierten en las entidades psíquicas que se derivan de la mente principal. Con respecto a la «mente de raza», existe una transmisión de conocimientos, que no son sólo genéticos (cromosómicos), sino también de una especie de energía que actualmente no tiene nombre, ya que se desconoce a nivel científico.

Cuando muere un perro, solamente muere una célula de un ser mucho más grande, que es el verdadero y único perro existente sobre la Tierra. El animal, por otra parte, posee el ánima (la palabra animal deriva de ánima) y todas las religiones están de acuerdo en ello. Es un ser psíquico que piensa y es consciente, pero a diferencia del hombre, no es autoconsciente. Los animales, lo mismo que las plantas, los minerales y el hombre, forman parte de una energía colectiva que es el alma del planeta Tierra. La Tierra es un ser que piensa, y cada especie animal refleja una idea del espíritu divino. Cada «mente de raza» tiene su particularidad. El perro es fiel, el gato traidor, la oveja hurnilde, el conejo temeroso, el león agresivo, etc. Estas propiedades, características de cada «mente de raza», son las propiedades inferiores de un reflejo superior.

Podríamos decir que los animales son una parte de la Humanidad que ha quedado atrás en los distintos pasos evolutivos. Cada «mente de raza» de un animal es por analogía un defecto nuestro, algo que el hombre posee en su subconsciente instintivo. Cuando este emerge con toda su fuerza, el hombre se comporta como un animal. El instinto de supervivencia y el instinto sexual toman la delantera. El ser humano debe domar estas fuerzas y someterlas, del mismo modo que se comporta con los animales. Si todos los pájaros o todos los perros se volviesen contra el hombre, este se vería trastornado.

Los animales sólo matan para alimentarse, pero no odian, no declaran la guerra a sus iguales. En ellos están presentes virtudes y defectos, actividad y pasividad, propiedades que existen en la Creación y que están esparcidas en la materia. Así, esta se convierte en el espejo de energías superiores. Cada «mente de raza», cada especie, es influida por los cuerpos celestes, y sobre todo por los siete planetas principales. La magia de analogía o correspondencia se basa en estos mutuos pasos. De este modo, cada elemento (el mineral, el vegetal, el animal y el humano) posee virtudes y defectos que son la imprenta de un carácter superior, las ideas de una inteligencia más elevada que en el plano anímico se convierten en las mentes de raza o especie. La materia está a la sombra de estas ideas, del mismo modo que el animal, en su representación física, es sólo la sombra de la idea materializada de la «mente de raza» Esta última es la idea de la inteligencia, la cual es una de las muchas emanaciones divinas.

Sobra = materia

Idea = alma

Inteligencia = emanación

Cada forma es el reflejo de una superior, y el animal posee el alma pero no el espíritu, o al menos no un espíritu solo, únicamente el hombre puede decirse a sí mismo: Yo existo. El animal existe pero no lo sabe, aunque, al igual que el hombre, sufre, disfruta y tiene atracción o repulsión hacia los demás, cuando está sometido a estados psíquicos altamente emocionales.
Por ley jerárquica, el hombre puede utilizar al animal, pero este no se puede servir del hombre. El ser humano puede usar no sólo la parte material del animal, sino también su alma. He aquí los sacrificios, los holocaustos de animales en honor de la divinidad.

Esta vive de energías anímicas, y aun cuando prefiere el alma del hombre, no desdeña la de un animal, especialmente cuando ha sido preparado exprofeso para el acto oficiatorio.
Así como se puede hacer el horóscopo de una persona, también se puede hacer el de un animal, una planta y un acontecimiento. Todo cuanto sucede en nuestro planeta está influido por los astros, y preciso: influido, no predestinado. Cada «mente de raza» vive en una cierta frecuencia, y esta frecuencia está en correspondencia con las vibraciones planetarias y zodiacales. Cada constelación posee un carácter propio, que imprime su cualidad en algunas «mentes de raza».

Por este motivo, existen animales característicos de cada signo zodiacal, que entran en sintonía y vibración con el signo al que pertenecen. Estos animales pueden enviar a las personas de su signo las influencias benéficas y positivas que les son propias. La teoría es muy antigua, se pierde en la noche de los tiempos.

A continuación, exponemos la relación de los signos zodiacales y los animales correspondientes:

Un talismán en forma del animal del propio signo cataliza sobre la persona que lo lleva las energías positivas de la «mente de raza». A ser posible, es también aconsejable tener en casa al propio animal zodiacal, dándole todos los cuidados necesarios, pues de otro modo en lugar de las energías positivas se atraen las negativas. En caso de enfermedad, se puede sanar dibujando los propios animales zodiacales, primordialmente aquel hacia el que sentimos mayor simpatía y atracción.

En la magia popular, y como tratamiento, se utiliza mucho la transferencia. Con el ritual adecuado, la enfermedad pasa hacia el animal, con lo que la respiración se convierte en acción mágica.
Los animales más utilizados para esta transferencia son el toro, la cabra y el gallo. El macho cabrío expiatorio de la Biblia tenía este mismo significado. Los animales son compañeros en nuestro viaje por el planeta, y el hombre puede utilizar todas sus energías positivas, y si lo desea también las negativas. Existe un estrecho lazo entre los planetas y los animales, hasta el punto de que algunos de ellos representan el propio carácter del planeta correspondiente.

Ya hemos indicado que en los animales están presentes el bien y el mal, y que el hombre puede utilizar indiferentemente estas energías.
Todos los animales que viven de noche han sido considerados negativos, y lo mismo ocurre con aquellos que no son agradables a la vista o con los de color negro, por ser este el color de la noche y del demonio.

Así, el caballo negro es el símbolo de la muerte, y representa las tinieblas. El gato ha sido considerado durante mucho tiempo como animal demoníaco, especialmente el negro. Durante la Edad Media, estaba prohibido criar gatos negros. Estos eran torturados, de modo que por su maullido se pudiese conocer la verdad sobre algunos delitos, siendo emparedados vivos en los cimientos de las iglesias, ya que se pensaba que de este modo se encerraba al diablo. En la magia negra se utilizaba el gato para evocar al demonio, para confeccionar filtros amorosos y para realizar hechizos de muerte. Todavía en la actualidad muchas personas tienen miedo si un gato negro se cruza en su camino.

Hoy, este espléndido animal ha sido revalorizado, y tener uno en casa es índice de suerte y protección. Se suele decir que un gato en el hogar preserva de los incendios, de los rayos y de las desgracias. El gato es un animal de las siete vidas, siempre cae de pie, cuando duerme recuerda la serpiente que se muerde la cola, y las pupilas que se estrechan y se dilatan representan la Luna y sus fases. En el gato se encuentran presentes los principales caracteres de los siete planetas; la desconfianza de Saturno, la vitalidad de Júpiter, la sensualidad de Venus, la agresividad de Marte, la astucia de Mercurio y la libertad y la inteligencia del Sol.

El gato ve los fantasmas y las personas difuntas, pues posee vista etérea. Este es el motivo por el que no es aconsejable tener un gato en la habitación de un difunto. El animal, viendo el cuerpo esotérico de la persona muerta, pasear por la habitación, puede mutilar el cadáver. El gato es el único animal que se nutre de negatividad y, por lo tanto, el tenerlo en casa quiere decir preservarse del mal de ojo y de los hechizos. Absorbe todo lo que haya en el ambiente de negativo, desde el simple nerviosismo hasta las formaspensamiento negativas.

Cuando nos encontramos cansados, nerviosos, ansiosos, el gato va espontáneamente a nuestros brazos, para absorber la energía negativa que constituye su alimento. Con frecuencia, después de una sesión de espiritismo, el gato se acurruca en el centro de la mesa para absorber las permanencias psíquicas. En el mundo oculto, esta cualidad es conocida y aprovechada ventajosamente. Los cartomanes, los médiums y todos cuantos operan con la magia negra se rodean de varios gatos (normalmente tres), preferiblemente de color negro, por ser los que absorben la negatividad con mayor fuerza. De este modo, se preservan los ataques psíquicos y de retornos.

El tener un gato en casa no sólo quiere decir tener un compañero, sino también un valioso curandero, aparte de estar protegidos del mal de ojo. El gato de tres colores protege la casa de los incendios, y el negro protege también el jardín. El que trae más suerte es el que tiene las garras dobles. El sapo es el animal predilecto de la magia negra, y se cuenta que nació de la baba del perro infernal cancerbero. En las ceremonias negras se vaciaban sapos, las mujeres los alimentaban con sus senos y eran bautizados con orina. El sapo es el animal más utilizado en los hechizos, siéndole inferidas atroces torturas. Todo ello es debido a su aspecto horripilante, y al hecho de que es un animal nocturno que, para defenderse, esparce una sustancia venenosa contenida en la piel. En cambio, es un útil amigo del campesino, porque se alimenta de los parásitos, como los gusanos y los caracoles, consumiendo un elevadísimo número de ellos. A falta de comida, puede ayunar durante varios meses.

El sapo es considerado en la alquimia como un animal positivo, representando el poder terrestre, oscuro pero fértil, de la materia alquímica. Otros animales que se utilizan para el mal son el polluelo negro nacido el Viernes Santo (para los hechizos), el gallo negro (para evocar al diablo), el lagarto de doble cola (para los hechizos), el macho cabrío (para las ceremonias negras), el búho, la lechuza, el cuervo, el ratón, etc. De la rana se emplean los huesos, de la lechuza y el búho el pico, del murciélago las alas y las garras, de la cabra los pelos de la barba, del gato, el perro y el palomo, el corazón.

Para los hechizos de amor, el más famoso de todos los ingredientes es el hipómano (locura de los caballos), es decir, una excrecencia carnosa, negra, del tamaño de una nuez, que algunos potros tienen sobre la frente. Convertida en polvo, es utilizada para filtros amorosos. El período más fértil de la magia negra y del uso de los animales con ella relacionados sigue siendo, sin embargo, la Edad Media. En tiempos de la Inquisición, se mataba a los sospechosos de venerar a los gatos. Los perros rabiosos sufrían pequeñas mutilaciones, que se les realizaban según el número de las personas a las que habían mordido. Los toros eran ahogados, y los caballos quemados vivos. En cuanto a los insectos, sobre los que era difícil de actuar, eran maldecidos, lanzándose anatemas sobre toda la especie.

El hombre, al querer siempre definir el bien y el mal, ha clasificado también a los animales y, naturalmente, la división más sencilla de realizar es la que consiste en considerar negativos a los nocturnos, a los de color oscuro y a los feos. De este modo, ha denominado con el nombre de animales maléficos nada menos que a su propia parte negativa proyectada al exterior. Cada vez que un hombre hace padecer a un animal, pagará personalmente; y cuando el padecimiento sea debido a la contaminación, pagará colectivamente.

El animal no es ni bueno ni malo, es un ser con unas particularidades precisas que el hombre ha dejado atrás en su camino evolutivo. Recordemos, sin embargo, que entre un hombre no evolucionado y un animal la diferencia es mínima, y que este último, al no contener al ser espiritual, no tiene deberes, mientras que el hombre debe asumir todas las responsabilidades de su posición jerárquica. Lo que nos rodea no es ni bueno ni malo; es el hombre siempre quien lo convierte en una u otra cosa.

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