El libro sagrado de Midrash
Platón y Zharathustra sostenían que cosas y criaturas existían —antes de ser creadas materialmente— como ideas en sí. Signos, números y letras eran «elementos divinos». En el libro sagrado hebraico Midrash este concepto ya está expresado muy ampliamente, y hay una profunda certeza en la verdad de cada tiempo que nos dice como «primero nacen las ideas y luego las cosas».
En hebreo como en griego, los números se expresan con letras y no con cifras, letras que son signos, marcas, señales como muy bien se puede comprobar en la tabla de números hebraicos que reproducimos en la tabla I.
A cada número le corresponde, pues, una letra del alfabeto hebraico y en el libro Midrash se nos enseña la correspondencia, es decir, el procedimiento para descubrir la relación existente entre las palabras, mediante el cálculo de su valor numérico. Para dar un ejemplo diremos que el valor numérico de Yihovah es 5 6 5 10, o sea, diez, cinco, seis, cinco (se lee de derecha a izquierda) y, por lo tanto, los antiguos pueblos de Israel a través del Midrash, aprendieron a traducir letras en cifras y cifras en letras.
Resultaba posible, pues, realizar la lectura de los signos en la taza del café, como si estos signos estuviesen impresos con una especie de taquigrafía, realmente clara y legible para todos aquellos que conocen la clave. Por otra parte, el libro Midrash no hacía más que enseñar y aplicar la Cappa abbala o cábala en la lectura de la Biblia, para poder extraer las interpretaciones exactas.
Los humanistas del Renacimiento descubrieron que el conocimiento de las lenguas antiguas era la doctrina más importante, ya que invitaban a comprender el espíritu de las gentes. Teit Henius (14621516) —famoso alquimista y astrólogo— sostenía, además, la existencia de una «lengua secreta», de un idioma universal, común a todas las gentes y que tuvo su fin durante la «confusión de las lenguas» acaecida durante la construcción de la Torre de Babel. El hombre hubiera podido encontrar la ciencia antigua, gracias a la ayuda del estudio de las Sagradas Escrituras. Sin embargo, las persecuciones contra los hebreos estaban de nuevo en auge, cada dos o tres generaciones; después de los problemas acaecidos a este pueblo durante el primer medioevo, se le acusa luego, en el 1500, de ser el «pueblo propagador de la peste», la muerte negra que invadía Europa.
Los hebreos que practicaban una mayor higiene gracias al empleo constante de una purificación interna y del no uso de alimentos «impuros» (cerdo, ranas, caracoles, etcétera, considerados malos en las religiones orientales, sobre todo porque dañaban la salud, y sólo con una prohibición religiosa era posible preservar al pueblo de los pecados de la garganta que hubieran producido epidemias) estaban, en realidad, menos sujetos a coger la peste, que encontraba fácil camino en la suciedad o en el desorden alimenticio.
Quienes codiciaban el dinero de los judíos hicieron volver la idea de que eran «brujos, envenenadores, fabricadores de filtros». Y no solamente la Inquisición se arrojó contra ellos, sino también los señores de la Alemania Septentrional y protestantes seducidos por la codiciosa posibilidad de confiscar los bienes a los hebreos. Bajo el peso de las persecuciones tuvo lugar un grave período de captura de las Sagradas Escrituras, y ha quedado poco para que pueda ayudarnos a interpretar los signos, ayudándonos con las explicaciones del Midrash. Podemos sugerir al lector que observe de nuevo, una vez más, la tabla 1, y aprenda a distinguir bien los signos. Conociendo su correspondiente valor numérico y, sobre todo, sabiendo a qué letra o sonido de nuestro alfabeto corresponden.
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Categoría: Leer el Café.
2 Responses to “El libro sagrado de Midrash”
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Por el conocimiento universal, sigan asi
BuENA TAREA ME gUSXTA