Hechizos para ser correspondido en el amor
Como no hay nada más natural en el hombre que amar y hacerse amar, he aquí secretos que conducen a este fin; y sin divertirme a invocar a Venus y Cupido, las dos divinidades dominantes sobre esta noble pasión del hombre diré que la Dama Naturaleza, que hace todas las cosas para el hombre, produce todos los días gran número de criaturas que se le vuelven favorables en las empresas de sus amores.
I
Se halla con bastante frecuencia en la frente del burro y de la yegua un pedazo de carne que es de maravillosa utilidad en asuntos de amor; pues si se puede obtener este pedazo de carne que los antiguos llamaron Hippomanés, se hará secar dentro de horno después de haberse sacado el pan, y llevándoselo encima de sí, haciéndolo tocar por la persona de quien se quisiera ser amado se conseguirá: si se puede tener la facilidad de hacer tragar solamente, el grueso de dos guisantes en algún licor, confitura o guisado, el efecto, será también infalible, y como el viernes es el día consagrado a Venus, que preside los misterios del amor, será bueno hacer la experiencia en este día.
II
Sáquese de vuestra sangre en un viernes de la primavera, póngase dentro de un horno para secarla en un pucherito, como está dicho arriba, con los testículos de liebre, y el hígado de paloma; redúzcase todo en polvos finos y hágase tragar a la persona sobre la cual se tuviese algún designio, poco más o menos la cantidad de dos miligramos: y si el efecto no sigue a la primera vez repetirlo hasta tres veces y seréis amados.
III
Manténgase castamente cinco o seis días, y el séptimo que será Viernes, si puede ser, coma y beba alimentos naturalmente calurosos que le exciten al amor, y cuando se sienta en este estado, procure tener una conversación familiar con el objeto de su pasión, y hágalo del modo que pueda mirarle fijamente, y ello solamente por espacio de un Avemaría; pues encontrándose los rayos visuales mutuamente, serán tan poderosos vehículos del amor que penetrarán hasta el corazón, y que la más grande presunción y la más grande insensibilidad no les podrán resistir. Es bastante difícil persuadir a una doncella honesta y que tiene pudor de mirar fijamente a un hombre joven durante algún espacio de tiempo, pero se puede obligarla a ello diciéndole, chanceando, que se ha descubierto un secreto de adivinar por los ojos, si debe casarse dentro de poco, si vivirá mucho tiempo, si estará feliz en su matrimonio o alguna otra cosa semejante que lisonjee la curiosidad de la persona y que la determine a mirar fijamente.
IV
Téngase una sortija de oro guarnecida de un pequeño diamante que no haya sido llevada desde que salió de las manos del artífice; envuélvala en un pedacito de tela de seda y llévela durante nueve días y nueve noches entre camisa y carne, por la parte del corazón. El noveno día, antes de salir el sol, grabará con punzón nuevo en lo interior de la sortija esta palabra: Scheva; después procure tener, por cualquier medio, tres cabellos de la persona de quien desea ser amado, y los ligará con tres de los suyos diciendo: «Oh cuerpo! púdieras tú amarme, y que tu designio acierte tan ardientemente como el mío, mediante la virtud eficaz de Scheva». Será menester anudar estos cabellos con cifras de amor, de modo que la sortija sea poco más o menos enlazada en el centro de las cifras (lacs d’ amour); habiéndola envuelto en la tela de seda, la llevará de nuevo sobre su corazón otros seis días, y el séptimo desenvolverá la sortija de las cifras de amor, y hará de modo de hacerla recibir por la persona amada; toda esta operación debe hacerse antes de salir el sol y en ayunas.
V
Por no decir nada que choque la decencia, no copiaré lo que he leído de un muy hábil médico, tocante a la virtud sin igual de la esperma o semen humano para inducir al amor, tanto más que la experiencia no puede hacerse sin violentar la naturaleza que nos procura bastantes otros medios. Recurra pues antes a la hierba que se llama énula campana, también inola, o elenio. Se ha de recogerla en la vigilia de San Juan en el mes de junio, antes de salir el sol, hacerla secar, reducirla en polvos con Ambar gris, y habiéndola llevado durante nueve días sobre su corazón, procurará de hacer tragar a la persona de quien desea ser amado; el efecto seguirá. El corazón de golondrina, de paloma o de gorrión mezclado con la propia sangre de la persona que quiere hacerse amar, tiene el mismo efecto.
VI
Asimismo se puede tener buen éxito con mucho efecto en esta empresa, mediante el socorro de los Talismanes hechos bajo la constelación de Venus. Daré en la siguiente obra, PACTUM, modelos de los siete talismanes que pueden hacerse bajo auspicio de los siete planetas, y hablaré del modo metódico de hacerlos, como de las propiedades que encierran: se podrá ver el objeto que yo trato: Venus. Estos talismanes han sido compuestos por los más sabios entre los cabalistas y enderezados sobre números misteriosos y figuras jeroglíficas convenientes a los planetas, de donde sacan sus propiedades; los han llamado los sellos de los planetas, o inteligencias celestes.
VII
Hay un secreto que se llama entre los sabios cabalistas manzana de amor, y se practica de este modo: iréis un viernes antes de salir el sol a un vergel frutal y cogeréis de un manzano la más hermosa manzana que hubiere; luego escribirás con tú propia sangre, sobre papelito blanco, vuestro nombre y apellidos, y en otra línea siguiente el nombre y apellido de la persona por la que deseas ser amado, y procurarás obtener tres de sus cabellos, que luego juntarán con tres de los tuyos y que servirán para atar el pequeño papelito que haz escrito con otro, sobre el cual no habrá más que la palabra Scheva, también escrito con tu sangre; en seguida cortarás la manzana en dos partes, sacarás con los cabellos, y con dos estaquillas puntiagudas de ramas de murta verde, juntarán con toda limpieza las dos mitades de manzana y la harás secar al horno, de modo que se vuelva dura y sin humedad como las manzanas secas de cuaresma, después la envolverás en hojas de laurel y de murta, y procurarás ponerla debajo de la cabecera de la cama en que esté descansando la persona amada sin que ella pueda saberlo, y en poco tiempo ella te dará muestras e indicios de su amor.
VIII
No se contenta el hombre de hacerse amar de la mujer de paso, y por una vez solamente; es menester que esto continúe y que el amor sea indisoluble, para lo cual se necesitan secretos para empeñar a la mujer a no mudar o disminuir su amor. Con este fin tomará pues tuétano que hallará en el pie izquierdo de un lobo; con el tuétano hará una pomada con ámbar gris y polvos de ciprés, cuya pomada llevará sobre sí y la hará olfatear de vez en cuando a la mujer que le amará cada vez más.
IX
Como pudiera suceder que la mujer se disgustara del hombre si no estuviese robusto en la acción de Venus, deberá él prevenirse, no solamente mediante buenos alimentos, más aún por secretos que los pesquisadores antiguos como modernos de las maravillas de la naturaleza han probado. Es menester, dicen, preparar un bálsamo de la ceniza de estelión, aceite de corazoncillo y algalia y untar con él, el dedo grande del pie izquierdo y los lomos una hora antes de entrar en combate, y se saldrá con honor y satisfacción de su compañera.
X
La pomada, compuesta de manteca de un joven macho cabrío, ámbar gris y algalia, produce el mismo efecto si el hombre unta con ella el glande (cabeza) de su miembro viril; pues esto ocasiona cosquillas que dan un maravilloso placer a la mujer en la acción del coito.
XI
Si el marido halla la complexión de la mujer fría y no le gusta el recreo, que la haga comer testículos de ganso y vientre de liebre sazonados con finas especies, y de tiempo en tiempo ensaladas en que haya mucha oruga o jaramango, satirión y opio con vinagre rosado.
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Categoría: La Magia Blanca.
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