La acción del demonio
Solía considerarse que los demonios íncubos fecundaban a las mujeres que habían dado a luz criaturas monstruosas, si bien había diversas corrientes de pensamiento al respecto. En el Malleus maleficarum, el libro de referencia de los inquisidores, escrito en 1486 por dos dominicos —H. Institor Kramer y J. Sprenger— con una larga experiencia en la caza de brujas, encontramos una indicación precisa sobre la posible fecundación por el diablo:
El motivo por el que los demonios se convierten en íncubos (masculinos) o súcubos (femeninos) no es el placer, porque un espíritu no tiene ni carne ni huesos, sino que es con la intención de dañar la doble naturaleza del hombre, el alma y el cuerpo, es decir, la material y la espiritual, por medio de la lujuria, de modo que los hombres se entregan más a todos los vicios. Y no cabe duda de que saben bajo qué astros es más vigoroso el semen para la concepción, y que los hombres así concebidos estarán siempre pervertidos […]. Podría suceder, además, que otro demonio recibiera el semen en lugar del súcubo, el cual, a su vez, se convertiría en íncubo en lugar del otro y esto por tres días: un demonio, unido a una mujer, recibe el semen de otro demonio, unido a un hombre, para que así cada uno de ellos sea encargado de ejercer la brujería por el príncipe de los demonios, puesto que también el maligno confía a cada uno su propio ángel, o bien debido por la obscenidad del acto, que a un demonio horroriza cometer […].
Establecemos, por tanto, tres cosas. Primero, que estos demonios cometen actos venéreos muy obscenos no por deleite, sino para infectar el alma y el cuerpo de aquellos que son íncubos o súcubos; en segundo lugar, que con un acto similar puede darse una concepción completa por las mujeres, porque los demonios pueden depositar el semen humano en el lugar conveniente del vientre de la mujer, junto a la sustancia predispuesta y adaptada al semen. Y tercero, que del mismo modo pueden recoger las simientes de otras cosas para conseguir otros efectos. Anteriormente se trató de identificar en las influencias astrológicas los motivos que podían provocar un parto monstruoso. Como ya se observaban las variaciones en el ciclo de los astros para dar una explicación a las epidemias de peste, se aprovechó para escrutar el cielo con el fin de entender cómo podían influir las estrellas en la formación de un feto. De este modo, presentaba Alberto Magno (12051280), en el libro De secretis mulierum la teoría astrológica de la gestación:
- 1.er mes: Saturno presidía cada concepción.
- 2.° mes: Júpiter animaba la materia y la preparaba para asumir una forma.
- 3.er mes: Marte formaba la cabeza y el cuello separando los brazos de los costados.
- 4.° mes: el Sol imprimía movimiento al corazón y formaba los sentidos.
- 5.° mes: Venus completaba la formación de los miembros, daba forma a los ojos, boca, nariz, órganos genitales, manos y pies.
- 6.° mes: Mercurio presidía la formación de la voz, pelo, cejas y uñas.
- 7.° mes: la Luna completaba todo lo hecho por los otros planetas, dando humedad al interior del cuerpo.
- 8.° mes: Saturno, con su frío y su aridez, juntaba las partes.
- 9.° mes: Júpiter concedía el calor vital al feto.
Para demostrar el enorme crédito concedido a la teoría astrológica, basta mencionar que Alberto Magno intervino en una cuestión sobre un pastor acusado de haberse apareado con una vaca (que había parido un ternero con rasgos humanos) y que estaba a punto de ser quemado vivo junto con el animal. Demostró que el nacimiento monstruoso se debía a la posición de las estrellas y el pastor se libró de la pira.
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Categoría: Supersticiones.
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