La extremidad sagrada
La mano es una parte del cuerpo fundamental, ligada a un complejo simbólico muy organizado. Junto a su función dinámica, está la relacionada al rito y lo sagrado. Con seguridad, el símbolo de la mano recoge muchos valores conectados a la creación. Para el psicoanalista Carl Gustav Jung, la mano sería la representación concreta del poder fecundador y, a través de ella, sería posible transmitir la energía de la que todo nace.
Por ejemplo, entre los pueblos donde el chamanismo es hereditario, a la muerte del padre el hijo talla una mano de madera del tamaño de la de su padre y, a través de ese instrumento, obtiene los poderes de chamán. No olvidemos que, desde la prehistoria, la mano es el símbolo de la agresividad y la caza. Ocupaciones dominadas por la violencia y la fuerza, que tienen.
En general, la mano es símbolo de potencia y realeza, como aparece también en la tradición bíblica. Pero es en el Nuevo Testamento donde este tema encuentra su expresión simbólica real (Lucas 1, 66; Juan 10, 29; Hechos de los Apóstoles 11, 21; 13, 11) pasando a ser, como sabemos, el emblema de la energía capaz de resucitar a los muertos, curar a los enfermos e impartir bendiciones.
Esta función vuelve a encontrarse en la iconografía (y no sólo en la cristiana), que ha recurrido frecuentemente a la mano, en la Posición de los signos del zodiaco en la mano. Jean ría de los casos bendiciendo, para Baptiste Belot, CEuvres, 1640 realzar la divinidad de un sujeto. En la tradición cabalística, la mano izquierda de Dios es la de la justicia, la derecha, la de la misericordia. De nuevo, las diferencias fundamentales entre la mano derecha y la izquierda son importantes en el seno de las religiones y las culturas tradicionales, pues la oposición izquierda-derecha refleja el dualismo positivo-negativo. La mano tiene una gran importancia en las prácticas rituales —tanto supersticiosas como religiosas— porque tiene el poder de producir signos y gestos que facilitan el cumplimiento de una determinada práctica, centran la atención del observador y dirigen su mirada.
Pero también su estatismo —por ejemplo, la mano de Fátima— es señal concreta de la presencia del ser superior que protege, gobierna y controla a través del símbolo de su poder: la mano.
Esta articulación posee el misterio de la vida, de los secretos de la existencia. En su palma está escrito lo que fue y lo que será, y también contiene la energía que activa la acción mágica, una energía misteriosa capaz de curar y devolver la vida.
No por casualidad, muchas tradiciones populares se refieren a menudo a huellas dejadas por divinidades o personajes extraordinarios en sus apariciones en los más variados periodos del año. Por ejemplo, la Brigit irlandesa, en sus incursiones nocturnas, dejó huellas de la mano en las casas que habría elegido poner bajo su protección. Según la superstición, se pueden averiguar muchísimas cosas de las manos el picor en la derecha indica que es inminente una ganancia, sin embargo, si pica la izquierda, el fenómeno será al contrario. Da mala suerte estrechar la mano izquierda y, si dos personas se lavan al mismo tiempo las manos en la misa, que tienen agua discutirán violentamente y en breve.
Según la antropología criminal positivista, que se afianzó entre el siglo XVM y el XIX, el delincuente presenta características anatómicas y fisonómicas directamente relacionadas con su moral anómala. Algunos de sus rasgos físicos pondrían de manifiesto su predisposición a un cierto tipo de crímenes. En la actualidad, esta interpretación está completamente superada y tales hipótesis relegadas al campo de la superstición.
«Leer» los dedos
La forma de los dedos permite obtener información sobre el futuro y la personalidad. Los dedos largos son signos de fortuna, los cortos, de desventura. Si una persona tiene el dedo medio y el índice igual de largos, hay que estar en guardia porque se trata de alguien poco recomendable. Un meñique curvo es símbolo de riqueza, mientras que el pulgar ancho indica inmoralidad.
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Categoría: Supersticiones.
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