La persecución de las brujas
Con seguridad, el pistoletazo de salida de la persecución de las brujas se remonta al 5 de diciembre de 1484, cuando el cardenal Giovan Battista Cybo, convertido en el papa Inocencio VIII, inició un ataque público contra los seguidores de Satanás a través de la bula Summis desiderantes affectibus.
Deseando con toda nuestra voluntad, tal como requiere el cuidado de nuestro apostolado, que la fe católica en nuestros tiempos crezca y florezca por doquier, y que toda depravación herética sea expulsada de las tierras de los fieles, proclamamos de buen grado y restablecemos todo cuanto pueda hacer eficaz este nuestro piadoso voto y deseo […].
Ha llegado últimamente a nuestros oídos […] que numerosas personas de uno y otro sexo, despreocupadas de su salvación y alejadas de la fe católica, mantienen comercios abusivos con los demonios, íncubos y súcubos, y con sus encantamientos, hechizos, conjuros y otros sortilegios execrables, supersticiones, excesos, delitos, tratan de que mueran los fetos de mujer, las crías de animales, los productos de la tierra, las uvas de la vid y los frutos de los árboles, los hombres, las mujeres, los animales domésticos, las manadas, los rebaños y los demás géneros de animales, y que además, las viñas, jardines, prados, pastos, cereales, trigo y el resto de cosechas del campo se agoten y mueran; impiden que los hombres generen, que las mujeres conciban y que los maridos con las mujeres y las mujeres con los maridos cumplan sus actos conyugales, renuncian con sacrílega boca de la fe que recibieron al administrarles el santo bautismo y no se guardan de cometer y perpetrar, a instigación del enemigo de la humanidad, los más espantosos excesos y delitos, para pernicioso ejemplo y escándalo de muchos […] [se] proceda a infligir sentencias, censuras y penas inapelables de excomunión, suspensión e interdicto, y otras aún más graves, contra aquellos que opongan molestias, impedimentos, contradicciones y rebeliones, cualesquiera sea su dignidad, estado, rango, importancia, nobleza y excelencia, y cualesquiera sean los privilegios de exención que puedan reclamar.
Y por último, les concedemos que en los procesos dirigidos contra estos en conformidad con las leyes sea posible agravar y aumentar las penas de las sentencias, pidiendo, de ser necesario, la ayuda del brazo secular.
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Categoría: Supersticiones.
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