La superstición a lo largo de la historia
¿Se puede hablar de una historia de la superstición? Sin duda, no es posible separarla de la religión ni de la mitología, porque no existe «una» superstición, sino que existen desde siempre actitudes psicológicas, por un lado, y sociológicas, por otro, que alimentan esta forma especial de plantearse la vida. Desde un punto de vista psicológico, se observa que interpretar de un modo simbólico los acontecimientos tiene unos orígenes lejanos (ya en la prehistoria, el ser humano se servía de sistemas que hoy podemos definir como supersticiosos para descifrar los misterios de la naturaleza), y aún hoy es parte de nuestra manera de acercarnos a la realidad. En el ámbito sociológico, se constata que muchas experiencias se incluyen en la superstición gracias a la demonología que realiza quien las observa desde fuera o se cree libre de su influencia. En este sentido, las nuevas religiones han considerado, a menudo, supersticiones a las anteriores, describiéndolas con términos negativos, aunque en realidad ninguno de los practicantes de esos cultos anteriores fuera consciente de ello.
Naturalmente, esto no significa que antes del judaísmo, cristianismo e islamismo las religiones no hubieran elaborado ya el concepto de superstición, sino que sólo en esos periodos la separación adquiría tonos diversos, porque la influencia del pensamiento mágico era más activa en las religiones politeístas.
En el mundo clásico, el hombre dedicó siempre una enorme atención a los fenómenos extraordinarios y a los desórdenes atmosféricos o biológicos que podían interpretarse como un signo celestial. Todo podía ser una señal a la que el hombre debía referirse para tratar de averiguar el humor de los dioses y su voluntad. La constante atención a los signos enviados por los seres superiores condujo a los hombres del pasado a desarrollar múltiples métodos de adivinación, muchos de ellos basados en una actitud mental muy primitiva hacia lo sobrenatural y destinados a no sobrepasar el concepto de superstición.
Bajo esta óptica, el hecho percibido correspondía a otro fenómeno que el ser humano no veía, pero que creía intuir por el primero. Esta particular concepción se difundió en todo el mundo clásico, haciendo estragos hasta la Edad Moderna. Un ejemplo que parece especialmente indicativo de la mentalidad supersticiosa clásica, basada en una arcaica interpretación de los fenómenos naturales, aún presente en las actuales formas de superstición, tiene que ver con la figura del monstruo y, sobre todo, con el nacimiento monstruoso, visto como una señal divina de importante significado para los seres humanos.
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Categoría: Supersticiones.
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