La superstición de la herradura


La herradura constituye, sin duda, el amuleto por excelencia, el más conocido escudo contra las desgracias. Los historiadores recuerdan que la introducción de este particular instrumento determinó en las labores agrícolas la gradual sustitución de los bueyes por los equinos, mucho más eficaces. Los cascos de los caballos no podían resistir las asperezas del terreno, de ahí que se pensara en dotarlos de un hierro protector. Las interpretaciones son dispares sobre la época en que sucedió esta importante revolución.

La superstición acerca de la herradura de caballo se formó alrededor de la mitad del siglo X. Parece que exista una referencia concreta en San Dustan (925988), el mariscal inglés convertido en arzobispo de Canterbury en el año 959. Según la leyenda más difundida, un día el santo se encontró con un extraño personaje que le pidió que le pusiera una herradura en el pie. El futuro arzobispo se dio entonces cuenta de que el hombre tenía píes de cabra: se trataba de Satanás en persona.

La superstición de la herradura Supersticiones

La leyenda ha sufrido después modificaciones. Para obtener el efecto deseado se añadió la necesidad de que la herradura estuviese clavada a la puerta con la parte abierta dirigida hacia abajo, de modo que «los cuernos» del casco «descarguen» hacia el suelo cualquier efecto negativo. También los marineros creen en los efectos de este amuleto y, en el pasado, no había barco que no tuviera una en el palo mayor.

Navegando en las fuentes históricas es posible datar el origen de la tradición a partir del siglo x. De hecho, en la Historia natural de Plinio el Viejo se aconsejaba usar la herradura contra el hipo, apoyando el amuleto en el vientre el efecto era inmediato. Todavía hoy, en algunas regiones, la herradura se coloca sobre los mordiscos provocados por perros y serpientes para curar rápidamente las heridas y evitar así una muy peligrosa infección.

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Categoría: Supersticiones.






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