Los niveles de conciencia en los sueños


Alfa: La fase alfa está formada por varios niveles que no poseen una denominación específica. La primera fase, alfa I o al-beta, no es ni alfa ni beta sino una com? binación de ambas. En ella, las ondas cerebrales varían de doce a catorce ciclos por segundo. El cuerpo se relaja y la mente se calma —eso si, sin dejar de estar alerta y atenta a los estímulos sensoriales provenientes del exterior y en conexión con los niveles alfa de intuición mental—, lo que constituye un equilibrio perfecto entre la energía de la parte derecha y la de la parte izquier­da del cerebro: ¡el ritmo del genio!

Es el nivel en el que nos encontramos cuando nos sobrevienen ataques de locura, cuando nos adormilamos o cuando sintonizamos con la consciencia cósmico-universal: ahí acaecen las ideas más geniales y novedosas.

En el estado alfa II, a una media de diez o doce ciclos por segundo, la mente se encuentra en un delicado equilibrio entre el estado de vigilia y el de sueño. La entrada de energía sensorial exterior parece cortarse del todo o, por lo menos, enmudecer, a la vez que la mente sigue alerta, vigilante, muy sensible, en un estado extremadamente receptivo. La ensoñación, la meditación rela­jada, el conocimiento intuitivo, la consciencia cósmica, la percepción extra­sensorial (PES), las fugaces intuiciones e incluso las visiones, todo ello puede sobrevenir en esta fase.

Los niveles de conciencia en los sueños Interpretación de los Sueños

Sin embargo, debido a ese delicado equilibrio entre los dos niveles, rara­mente podemos permanecer en ese estado durante mucho tiempo: o nos sumimos en un sueño más profundo o nos despertamos súbitamente.

Pero si logramos mantenernos en esa fase durante un buen rato, entra­mos en lo que se llama ensoñación, un estado en el que se tiene conciencia de estar soñando o, cuando menos, de estar en una situación anómala. Aquí nuestra lucidez y percepciones entran en una nueva dimensión: poseemos un control absoluto sobre nuestros sueños, cuya acción y contenido podemos variar a nuestro antojo. Podemos iniciar un viaje astral a cualquier lugar que deseemos, tener una experiencia extracorporal (EEC) o seguir adelante hasta alcanzar las experiencias espirituales más elevadas, que constituyen el objeti­vo principal de los sueños.

El estado alfa III suele asociarse con la meditación profunda, el trance, las fases de hipnosis y el sueño ligero. Estos ciclos varían entre ocho y diez ciclos por segundo, con ligeras fluctuaciones a la alza o a la baja en distintos inter­valos. En alfa III a menudo nos creemos que estamos despiertos, ya que somos capaces de oír sonidos como el de un avión, un pájaro o voces a nuestro alrededor. Con todo, a-no ser que algo nos sobresalte, de nuevo caemos en el estado beta súbitamente, como si nos arrastrasen, hecho que nos suele sorprender debido a que, en realidad, nunca habíamos sido plenamente cons­cientes de que estábamos «idos»: no olvidemos que los estados de conscien­cia son difíciles de describir y de fijar.

En un nivel ligeramente inferior alcanzamos el estado alfa IV, la fase en la que soñamos y en la que parece ser que nuestro subconsciente almacena los sueños. (Esto explica cómo es que somos capaces de recordar un sueño que nos parecía haber olvidado después de que se hubiera terminado el estado de meditación y de ensoñación.) En la actualidad se cree que estos estratos se hallan muy próximos y relacionados entre sí.Todos los que se dedican a la meditación conocen perfectamente estas fases.

Theta: El siguiente nivel es theta, que oscila entre cuatro y siete ciclos por segundo: es una fase de sueño profundo en la que tiene lugar un tipo especial de sue­ños o de proceso de pensamiento que los científicos llaman no-REM o NREM. Aquí notamos perfectamente que la mente, incluso en el momento de sueño más profundo, parece no estar completamente tranquila.

Delta: El estado delta varía entre medio y tres y medio ciclos por segundo: se trata del nivel más profundo de la consciencia.Aquí no soñamos, sino que éste es el punto del proceso en el que el cuerpo se recupera y restablece por comple­to, lo que puede que explique por qué se suele decir que el sueño profundo es tan terapéutico. La delta es la única fase en la que se lleva a cabo este pro­ceso de restablecimiento. Esto resulta muy significativo para comprender el proceso de envejecimiento de las personas adultas, pues —según los hallazgos científicos más recientes— no existe ninguna causa real por la que debamos per­der nuestro aspecto juvenil, ya que el cuerpo se renueva por completo cada noche. Como ya se sabe, las personas mayores tienen un sueño muy ligero: pues bien, ello puede ser debido a la imposibilidad de alcanzar el nivel delta, lo que explicaría esa apariencia característica de la vejez.

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Categoría: Interpretación de los Sueños.






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