Magia blanca y magia negra
La magia blanca es aquella que está destinada a la armonía del cosmos, las energías empleadas para ella son las positivas y su raíz está en el poder de una minoría que utiliza al máximo estas energías como único utensilio de sus objetivos. Las fórmulas mágicas que están dentro del cuerpo de la magia blanca o alta magia son todas orales, verbales. La efectividad de la magia blanca depende de la capacidad que tenga el mago, que no hechicero, de entrar en armonía con el cosmos a través de la palabra, capacidad, la del habla, que junto a la racionalidad nos distingue de los animales. Son muy pocos los magos y muchos más los hechiceros. Y si no cualquier persona puede ser hechicero, menos todavía puede llegar a ser mago.
Uno de los hechos más ilustrativos de lo dificultoso que resulta actuar por el bien, teniendo seguridad de no caer nunca en el mal, es que en el Ritual Rommanum de la Iglesia católica sólo se permite llevarlo a cabo a sacerdotes que son considerados superiores. La magia negra se distingue de la blanca por lo fácil que resulta acceder a ella y porque utiliza elementos tangibles exteriores al mismo hechicero (hierbas, animales…). Pero la principal diferencia que hay entre ellas es el enfoque de cada una; la magia negra es egoísta, está enfocada hacia el beneficio de la venganza o del resentimiento de alguien, hacia la sed posesiva y dominante de otros y sobre todo hacia el mal entendido orgullo del hechicero que se siente admirado y considerado superior por los que han solicitado sus servicios.
Por ello, por ese carácter sucio que la caracteriza, los hechizos del amor también son maléficos, porque están proyectados hacia la falsa satisfacción de alguien que, lo único que ha hecho, es intervenir en la voluntad de otro.
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Categoría: Hechizos.
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