Striges, strigae, Lamiae
En la Alta Edad Media los textos jurídicos proponen términos como striges, strigae, lamiae: demonios femeninos paganos dedicados a truculentos rituales nocturnos, como raptar niños para chuparles la sangre. Estas criaturas se equiparan a menudo con los curanderos de la tradición popular. Este fenómeno deja clara la actitud de la cultura dominante frente a las prácticas folclóricas, pero sobre todo a las actividades mágicoterapéuticas que tuvieron un papel práctico determinante en el seno de la cultura popular. Después del año 1000, la idea de que el diablo tenía una posición fundamental en las prácticas mágicas se fue difundiendo y afirmando.
Graciano, en su obra Decretum (1138), a pesar de defender que algunos aspectos de la brujería eran completamente irreales (el vuelo, en particular), sostenía que existía una relación entre los practicantes y el diablo. Incmaro de Reims (1151) ponía en evidencia el papel de los «hombres malvados o mujeres encantadoras» descritos con características muy similares a las reconocidas en las brujas.
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Categoría: Supersticiones.
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