Superstición de los clavos


Los clavos ocupan una posición importante en el seno de las supersticiones de muchos países. Se trata, sin embargo, de cuerpos rodeados de una notable ambigüedad, si se tiene presente todo lo dicho acerca de los objetos puntiagudos.

En la Antigüedad, el clavo tenía un papel preciso en las prácticas religiosas, es decir, era una especie de memoria de devoción dejada por los fieles en los templos. Pero al mismo tiempo podía ser una especie de exvoto, como parecen confirmarlo los clavos con inscripciones y símbolos encontrados en los santuarios y las estatuas de los dioses. Entre los antiguos romanos era común la costumbre de plantar un clavo en el lugar en que caía un epiléptico. De este modo, se creía «clavar» en el suelo el espíritu maligno que era la causa de la enfermedad.

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Asimismo, hay que señalar el fuerte valor simbólico concedido por la religión al acto de plantar. En algunas regiones de Francia, a principios del siglo xx, era normal plantar clavos en las estatuas de los santos con la intención de pedir una gracia. Otro rito presente en la cultura rural italiana y suiza prescribía plantar cinco clavos en los cirios, colocándolos en forma de cruz.

Además, no hay que olvidar que en el folclore son muchas las creencias en torno al papel protector de los clavos, utilizados no sólo como simples «quita-problemas», sino también con funciones terapéuticas válidas para curar toda una serie de enfermedades.

El anillo hecho con clavos era considerado protector contra las influencias negativas, además de ser un objeto capaz de curar muchos males. El anillo real, en particular, tenía un fuerte poder taumatúrgico. Los reyes de Inglaterra, además de poseer la capacidad sobrenatural del tacto, con el que curaban la tuberculosis, eran conocidos por la «bendición» que impartían con los cramprings, anillos que habían consagrado ellos mismos y que garantizaban la curación de todo tipo de dolores musculares.

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Categoría: Supersticiones.






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