Superstición de romper un espejo
Romper un espejo anuncia siete años de mala suerte. Una tragedia cuyo origen debe buscarse sobre todo en el aura mágica atribuida a este objeto que, al fragmentarse, como ya se decía en la Antigüedad, hacía pedazos también todas las imágenes que solía reflejar. En el siglo XVI se sumó el tema iconográfico de la imagen de un mono reflejado en el espejo, signo de la estupidez de quien es esclavo de la vanidad humana, pero también metáfora del uso demoniaco del espejo, puesto que se sabe que el mono fue considerado durante mucho tiempo la representación de Satanás.
Los espejos formaban parte siempre del instrumental de los magos y los adivinos y seguían manteniendo su aura de misterio, incluso cuando cumplían con su función normal en el aseo diario de las mujeres. La creencia de que algunos personajes históricos poseyeran espejos mágicos con los que averiguar los movimientos de sus enemigos puede encontrarse en muchas leyendas y tradiciones. En las aventuras de Alejandro Magno y de Cagliostro, por ejemplo, y en la magia del casi mítico Preste Juan encontramos con frecuencia el recurso del espejo para conocer el futuro. Un modelo simbólico destinado a asentarse, a través del folclore, en los cuentos.
En la cultura popular es frecuente cubrir los espejos de la casa cuando muere un familiar, pues se teme que su alma en pena pueda quedar encerrada para siempre detrás de las superficies reflectantes. Debido, precisamente, a la creencia de que las almas podían ser absorbidas por un espejo, la nigromancia se sirvió a menudo de estas superficies para invocar a los espectros y conocer sus deseos y preocupaciones. La difusión de este método nigromántico instauró toda una serie de precauciones con respecto a los espejos, entre ellas temer que el alma proyectada fuera de la persona en la imagen reflejada del espejo pueda ser arrastrada por el espectro del muerto, que vagaría por su casa hasta la sepultura.
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Categoría: Supersticiones.
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