Superstición del gato


Entre los animales domésticos, el gato siempre ha estado rodeado de un aura de misterio, sobre todo por su carácter típico, independiente e individualista. Sin duda, su agilidad, su capacidad para aparecer rápidamente, y por tanto, desaparecer como por arte de magia unido a su capacidad para ver en la oscuridad, son características que han contribuido profundamente a definir al gato con rasgos a menudo sobrenaturales. Adorado por los egipcios —la diosa Bastet tenía forma de gata—, el gato cayó en desgracia sobre todo en la Edad Media, cuando se le vinculó a Satanás y se convirtió, según la tradición popular, en compañero predilecto de las brujas. Es tremendamente conocida la superstición que considera de mala suerte ver un gato negro cruzar la calle. Esta creencia sigue viva en muchos países y, para impedir que se produzcan los efectos, se adoptan varias formas de exorcismo. La más extendida, si se puede definir como una forma de exorcismo, consiste en cambiar de calle o esperar a que alguien camine antes por donde pasó el gato.

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En Estados Unidos, en cambio, se considera un signo positivo ser seguido por un gato negro. Sin embargo, en muchos países del sur de Europa, cuando un gato negro entra en una casa significa que la muerte se llevará pronto a alguno de los componentes de esa familia. Es signo adverso soñar con un gato negro, en particular en los días de fiesta. Un gato callejero negro que maúlla cerca de la puerta de una casa anuncia tragedias para la familia.

La asimilación con el negro, considerado un color funesto, está cargado de significados y tiene que ver con el universo oscuro, la muerte y lo desconocido. Tradicionalmente, se dice que el gato tiene siete vidas. Por eso en algunos pueblos se recomendaba a quien mataba un gato (incluso para comérselo, como sucedía en «época de vacas flacas») que repitiera siete veces el nombre o de lo contrario el animal regresaría. Considerado también un auténtico indicador meteorológico, el gato anuncia con sus gestos las condiciones del tiempo. Cuando se lame las patas anuncia lluvia, que podrá ser una auténtica tormenta en caso de que el animal se pase las patas por detrás de las orejas.

Si un gato estornuda, la lluvia está a punto de llegar; si dirige la espalda a la fuente de calor, anuncia tormenta. Asimismo, si por la mañana se lava la oreja derecha, anuncia la llegada de una persona querida; por el contrario, si se lame la pata izquierda, avisa que una persona inoportuna va a presentarse. En muchas localidades se cree que las brujas y brujos tienen la posibilidad de transformarse en un gato negro y, bajo este aspecto, realizar maleficios. Se dice que, si una persona fuera capaz de golpear a uno de estos gatos, al día siguiente este podría identificar al autor de los malos actos. Al recuperar la identidad humana, el brujo tendría heridas en los puntos en que hubiera sido golpeado bajo la forma de gato.

También de las descripciones de los aquelarres de las brujas nos llegan informaciones preocupantes sobre el gato negro: figura central en los ritos demoniacos, en los que la entidad malvada y nocturna se contrapone a la positiva del dios de la luz.

Según algunos inquisidores, el grupo herético de los Cátaros se llamaba así por cato (gato), pues adoraban a los gatos, debido a que Lucifer se manifestaba con este aspecto. A partir del siglo xu, la imagen diabólica del gato negro entró de lleno en el discurso antiherético. Como resultado, los heréticos se asociaron con la noche y las tinieblas. Incluso los caballeros Templarios, durante los procesos en los que se vieron implicados, fueron acusados —entre otras infamias— de adorar un quendam catum, un animal demoniaco colocado en el centro de sus reuniones consagradas a Satanás. Una última advertencia: sea del color que sea el gato, si se compra, nunca será un buen cazador de ratones…

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Categoría: Supersticiones.






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