Superstición y razón
A menudo, la superstición y la creencia se utilizan como sinónimos, lo cual, si bien no es del todo correcto, no debe considerarse un grave error; es más, no hay que olvidar que existe una importante diferencia entre fe y creencia. La creencia indica una actitud opuesta a la ortodoxia, que en algunos aspectos es aplicable al modelo de la superstición, con todos los problemas que puede causar debido a la comprensión errónea de la religión y sus dogmas.
El encuentro-desencuentro entre creencia y razón puso de manifiesto, a partir de la Ilustración, hasta qué punto se habían difundido ciertas prácticas supersticiosas y cómo se podía ver entre líneas la sombra de una irracionalidad considerada casi patológica. Para subsanar este «error» salieron a la luz obras como el Traité des superstitions de Thier (1679), De superstitione vitanda de Muratori (1724), Histoire critique des pratiques superstitieuses de Le Brun (1750) y Arte magica dileguata de Scipione Maffei (1774). Naturalmente, hubo muchas más obras dedicadas a combatir la superstición y la magia que de ellas se alimentaban.
A esto hay que añadir los informes de numerosos obispos, quienes, aplicando con celo los preceptos del Concilio de Trento, realizaron y coordinaron investigaciones sobre la vida religiosa en sus diócesis con el fin de identificar y eliminar ciertas experiencias a menudo identificadas con el culto al demonio. Según el filósofo Voltaire, «la superstición es a la religión lo que la astrología a la astronomía: es la hija estúpida de una madre inteligente». Pero la relación filial no hace justicia a la realidad de los hechos: entre religión y superstición existen diferencias objetivas que no se pueden comprender considerando simplemente a una la degeneración de la otra.
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Categoría: Supersticiones.
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