Uso de plantas para mágia blanca


El filósofo Avicena dice que toda ciencia es buena en sí; pero que el resultado es bueno o malo según el fin a que se dirige y el uso que de ellas se hace; de donde se deducen dos cosas: la primera, que la magia no es prohibida ni mala, puesto que por su conocimiento puede evitarse el mal y hacerse el bien; y la segunda, que el efecto sólo debe ser laudable por su intención, y que muy a menudo se desaprueba una ciencia por no tender al bien o a la virtud; lo cual hace que toda ciencia sea buena o mala, como se ve en la magia misma, cuyo conocimiento es bueno en sí cuando se aplica con desciframiento de las cosas naturales, y es peligroso cuando se separa de ellas.

Los nombres de las hierbas de que hablamos son: heliotropo, ortiga, verga del pastor, celedonia, vinca pervinca, nebada, cinoglosa (lengua de perro) beleño, flor de lis, muérdago, centaura, salvia, verbena, melisa, rosa y serpentina.

Uso de plantas para mágia blanca La Magia Blanca

Heliotropo. Los caldeos la llamaban «ireos», los griegos «multichíol» y los latinos «heliotropiun», palabra derivada de las dos griegas ellos, que significa sol; y tropos, que quiere decir vuelta, equivalente a tornasol o girasol, porque se vuelve al sol. Posee una virtud admirable si se coge en agosto bajo el signo leo, pues arrollándose en una hoja de laurel con un diente de lobo y puesta al sol, nadie podrá hablar mal o calumniar a quien la lleve, sino por el contrario se dirá bien de él; más aún, quien la coloque bajo su cabeza durante la noche, verá y conocerá a los que puedan ir a robarle, y por fin, si arrollada de la indicada manera se echa en una iglesia en que haya mujeres, las que hubieren violado la fe conyugal no podrán salir de allí, a menos que no se quite la hierba de la iglesia. Este caso es seguro y su prueba ha sido frecuente.

Ortiga. Fue llamada por los caldeos «Royb», por los griegos «olteribus» y por los franceses «ortie». Quien tenga en la mano esta hierba en unión de la mil hojas no sudará, ni se asustará al aspecto de ningún fantasma, untada con jugo de Serpentina, frotándose con ella las manos y arrojando el resto del agua, se sacarán de ésta cuantos peces allí se encuentren, y retirando las manos, volverán los peces a los lugares de donde salieron.

Verga del pastor. Es la «lomberot» de los caldeos, «allomos» de los griegos y «verge de pasteur» entre los franceses. No hay más que tomarla, mezclarla y templarla con zumo de Mandrágora y darla luego a una perra u otro animal hembra y concebirá y parirá un animalito de su propio género y especie. Y si luego se toma uno de los dientes maxilares de este animal y se toca con él carne o se sumerge en vino, los que comieren o bebieren de ello trabarán pendencia unos con otros, pudiendo únicamente tranquilizarse, dándoles jugo de verbena, con lo que recobrarán su primitiva tranquilidad.

Celedonia. Fue conocida de los caldeos bajo el nombre de «aquilarja» por nacer en la época en que las águilas forman sus nidos; los griegos la llamaron «vals» y los franceses «chelidoine». También se presenta esta hierba al tiempo de anidar las golondrinas. Si alguno la lleva consigo en unión de un corazón de topo, sobrepujará todos sus enemigos y saldrá bien de toda suerte de negocios y procesos. Puesta en tal disposición sobre la cabeza de un enfermo, si debe morir cantará en alta voz, y si no llorará.

Vinca pervinca. Llamáronla los caldeos «vetisí» o «iteriri», los griegos «voraz», los latinos «pervinca» y los franceses «pervenche». Reducida a polvo con gusanos de tierra da amor a los hombres que la tomen en sus comidas; y echado este compuesto con un poco de azufre en un estanque, morirán cuantos peces haya allí. Si se le da a un búfalo, reventará en el acto. Modernamente se ha comprobado este secreto. Arrojado el compuesto al fuego se vuelve en seguida azulado.

Nebada o hierba gatera común, se llama «la sexta»; en caldeo «bicith», en griego «retus» y en francés «nepte». Mézclese con una piedra que se halla en el nido de las abubillas, y frotando con ello el vientre de un animal hembra, tiene la virtud de hacerle concebir, con la cualidad de que el fruto que dé a luz será muy negro. Aplicada a la nariz de ciertos animales, los hace caer repentinamente muertos, volviéndose a levantar poco después; frotando con ella en una colmena no saldrán de allí las abejas sino que se juntarán todas; mas si las abejas estuvieren a punto de anegarse o medio, muertas, no hay más que ponerlas en esta composición y al cabo de una hora revivirán. Lo mismo sucede si se ponen moscas ahogadas en cenizas calientes.

Cinoglosa o lengua de perro. En caldeo «ageit», en griego «orum» y en francés «langue de chien». Póngase esta hierba donde se quiera, con el corazón y matriz de una ranilla, y se verá reunir en torno a ella todos los perros de los alrededores. Si alguien se la pone en el dedo gordo del pie, impedirá ladrar a los perros, y si se ata a la cola de uno de éstos, dará vueltas hasta caer muerto. Todo cuanto se ha dicho se ha probado en nuestros tiempos.

Beleño. En el caldeo «mansesa», en griego «ventosin» y en francés «jusquiame». Tómese esta hierba, mézclese con rejalgar y hermodáctila, désele un poco a un perro rabioso y morirá en el instante. Si se exprime y echa el jugo en taza de plata, se romperá en pedazos, y si se mezcla con sangre de liebre joven y se guarda dentro de la piel de ésta, cuantas liebres perciban el olor irán al lugar en que se guarde hasta que se quite de allí.

Flor de lis. Entre los caldeos se llamó «ango», entre los griegos «amata» y entre los franceses «lis». Curiosísimo es uno de los secretos de esta planta. Recójase esta hierba cuando el sol se halle en Leo, mézclese, con jugo de laurel, métase por algún tiempo debajo de estiércol y engendrará gusanos, que reducidos a polvo y puesto al cuello de una persona, o en las ropas que vista, le privarán de dormir mientras se dejen allí. Y si una persona frota uno de estos gusanos con los restos de esta composición, le sobrevendrá calentura. Otro secreto más: Si la flor de lis, así dispuesta, se arroja en un vaso, con una piel de vaca de igual color, las vacas de los alrededores perderán la leche.

Muérdago. Los caldeos la llamaron «luperax», los griegos «elisena» y los franceses «guy de chene». Crece en los árboles agrietados y junto a otra que se llama Silpium; abre toda clase de cerraduras. Si se cuelga de un árbol con una ala de golondrina, acudirán allí las aves de dos leguas a la redonda, conforme lo experimentado.

Centaurea. Es la que los caldeos llamaban «isifilon», los griegos «ortegonia» y los franceses «centurée». Aseguran los magos que tiene una virtud maravillosa; pues mezclada con sangre de abubilla hembra y echada en una lámpara con aceite, se imagina uno ser mágico, pues se verá con los pies en el aire y cabeza abajo. Echada al fuego cuando brillen las estrellas, parecerá que corren y entrechocan unas con otras. Puesta en la nariz de alguien, le hace cobrar tal miedo que correrá con todas sus fuerzas. No hay que asegurar que este secreto es igualmente cierto.

Salvia. Es la duodécima, y fue conocida por los caldeos bajo el nombre de «colorio», o c»oloricon», de los griegos bajo el de «clamor»; Ilamósela «salvia» en latín, y es entre los franceses «suave». Si se deja podrir bajo estiércol en botellita de vidrio, se forma cierto gusano o pájaro que tiene cola igual que el mirlo, y frotando con su sangre el estómago de alguien, pierde el sentimiento, por espacio de quince días. Si se quema este gusano y arroja la ceniza al fuego, se oirá en el acto un terrible trueno, o bien colocando su polvo en una lámpara y encendiéndola en seguida, parecerá llenarse de serpientes la habitación. Se ha probado muchas veces.

Verbena. «Olfanas» de los caldeos, «hitioron» de los griegos, y «verveine» de los franceses. Si (al decir de los magos) se coge cuando el sol está en aries y mezcla con sangre de cabra de un año, cura a los que están sujetos a mal caduco. Si se coloca en la tierra durante 6 semanas, criará gusanos que al tocar a los hombres les matarán. Colóquela en un palomar y todos los palomos de los alrededores se reunirán en torno de el. Si el polvo de esta composición se expone al sol, éste parece blanquecino y si se arroja de él en donde haya varias personas reunidas o entre dos amantes, habrá luego entre ellos diferencias y desencuentros.

Melisa. En caldeo «ceyleos», en griego «casini» y en latín y francés «melisse». Si se coge aún verde, se mezcla con savia de ciprés de un año y se echa en el puchero, se llena de gusanos. Quien la lleve consigo será dulce y agradable, y se verá fuera del alcance de sus enemigos. Otra maravillosa propiedad tiene: no hay más que atarla al cuello de un buey y éste seguirá al que se la haya puesto. Y si aquella mezcla se junta al sudor de un hombre, y baña allí una correa, al estirarla se romperá en dos partes.

Rosa. En caldeo «elegensa», entre los griegos «isaphino» y entre los franceses «rose». Esta planta da una flor muy conocida. Tómese un poco de ella con un grano de mostaza y el pie de una comadreja, cuélguese de un árbol y téngase por seguro que jamás volverá a dar fruto. Si se pone de este compuesto en una red, acudirán a ella todos los peces, y si se echa junto al pie de una coliflor seca y muerta, antes de medio día reverdecerá. Si se echa en una lámpara ardiendo, todos los que estén en la habitación parecerán negros como diablos. Mezclando un poco de este polvo con aceite de oliva y azufre, y frotando con la mezcla una casa a la hora en que le dé el sol, parecerá que arde.

Serpentina. Los caldeos la llamaron «cartulin», los griegos «quincefolium», y los franceses «serpentine». Es muy conocida y tiene estas propiedades: Entiérrese con una hoja de madreselva y se formarán serpientes rojas y verdes, que reducidas a polvo y puestas en una lámpara encendida, llamarán alrededor gran número de serpientes; y poniéndola sobre la cabeza de alguno que esté en cama no dormirá hasta que se le quite.

El modo de servirse de los secretos que se han explicado es sabiendo el dominio de los buenos o malos planetas, con sus horas y días.

Las siete hierbas siguientes (según el emperador Alejandro) reciben sus propiedades de la influencia de los planetas.

La primera la recibe de Saturno, y se llama offodilius. Su jugo es muy bueno para apaciguar y curar el dolor de riñones y los males de piernas. Se le da también a los que padecen de la vejiga. Si se hace cocer su raíz (por poca que sea), los demoníacos y melancólicos que la lleven en lienzo blanco, se verán libres. Esta misma raíz arroja también de las casas a los espíritus malignos.

La segunda recibe del Sol y se llama Centinodia o correquela; toma su nombre del sol porque es muy fértil; algunos la han llamado también «Casa del sol». Esta cura los dolores del corazón y del estómago. Aquel que la toca tiene una virtud derivada de la influencia del planeta que ha denominado en su nacimiento. Si alguno la bebe, le excitará mucho al amor y le dará fuerzas para el coito; el que lleva su raíz consigo cura del mal de ojos, y consuela mucho a los frenéticos que la llevan sobre el estómago. Es muy buena para los atacados del pulmón, y les da buen aliento y respiración libre.

La tercera participa de la influencia de la Luna, y se llama flor de saúco. Su jugo purga de la agriedad del estómago y su flor limpia los riñones y los cura. Crece y mengua como la |une, y es muy buena para el mal de ojos; machacada su raíz y puesta en áatoa, obra maravillosamente aumentando y aclarando la vista, pues los ojos a aquellos que la beben como ayuda para la digestión y para entonar el estómago, asimismo a aquellos que tienen lamparones.

La cuarta goza de la influencia de Marte, y se le llama arnaglosa, que quiere decir «lengua de Aries» por creerse ordinariamente que el Aries (que domina sobre la cabeza de todos los hombres) sirve de lengua a Marte. Se usa, por tanto, contra el dolor de cabeza; además en las enfermedades de los testículos y para las úlceras corrompidas, cuando Marte se encuentra en Scorpio (por ser éste un signo que retiene el semen). Su jugo es admirable para la disentería, almorranas y dolor de estómago, cuando se bebe.

La quinta está influida por Mercurio y se llama serpentina, en francés «quinquefeuille». La raíz de esta yerba, hecha un emplasto, cura las llagas y las durezas, y su jugo, bebido con agua hace desaparecer los lamparones en muy poco tiempo; del mismo modo cura también su jugo los dolores y enfermedades del estómago y del vientre. Puesta en la boca apacigua el dolor de dientes y todos los demás que uno pudiera tener, y a todo el que la lleva consigo, le sirve de gran auxiliar. Otra propiedad sorprendente es, que al ir a pedir algo a un rey, o príncipe, no hay más que llevarla consigo y hace obtener todo cuanto se desea.

La sexta participa de Júpiter, se llama comúnmente acharon y por algunos beleño. Su raíz colocada sobre las úlceras, las hace desaparecer e impide la inflamación en torno de ellas. Si uno lleva consigo antes de haber tenido una úlcera o postema, no la tendrá. Su raíz es muy buena para la gota, si después de machacada se coloca sobre el sitio en que uno siente el dolor, sobre todo bajo las constelaciones que tienen pies, como aries, escorpio, etc. Su jugo. mezclado con miel y bebido, es de maravilloso efecto para los dolores de hígado, porque Júpiter le domina. Contribuye mucho y dar amor y a dar fuerza para el coito. Los que se quieran hacer amar de mujeres no tienen más que llevarlo consigo, pues aquellos que lo llevan son alegres, y por lo tanto, simpáticos a ellas.

La séptima recibe su virtud de Venus, y se llama pistorión o verbena, colocando su raíz, hecha un emplasto, en el sitio donde está el mal, cura los lamparones, las parótidas, las úlceras y la pérdida de orina. Es magnífica para las desolladuras que se hacen en el ano y para las almorranas. Si se bebe su jugo con miel en agua caliente, da buen aliento y libre respiración. Vuelve amoroso, porque su jugo forma mucho semen; además, si alguno la lleva consigo en el coito, mientras no lleve consigo más que esta hierba no engendrará. Si se pone en una casa, en un terreno, o en una viña, sacará uno de ella grandes rendimientos. Su raíz es buena para los que quieran plantar viñas o árboles, y los niños que la lleven consigo gustarán de la ciencia y serán vivos y de buen humor. Es además muy útil para las purgaciones, y echa los espíritus malignos y los demonios.

Hay que advertir, respecto a todos aquellos que se quieren servir útilmente de ellas, que deben cogerlas desde el día vigésimo tercero de la luna hasta el trigésimo, empezando por Mercurio. Se pueden coger a todas horas del día, pero teniendo presente que mientras se cogen ha de decirse las virtudes de estas hierbas, y el uso que se quiere hacer; y en seguida de cogidas deben colocarse sobre trigo o cebada, hasta que vaya a hacerse uso de ellas.

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Categoría: La Magia Blanca.






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